Siempre me viene a la memoria en esta fecha, además de los 'mártires de Chicago', el recuerdo de que en el primer 1º de Mayo celebrado en España, en 1890, las reivindicaciones centrales era la jornada laboral de 8 horas y la prohibición del trabajo infantil. ¿Cuántos millones de personas en el mundo no gozan, 119 años después, de esas condiciones básicas?. ¿Cuántos miles de personas superan en España las 8 horas de jornada laboral, a pesar de lo que fijan las leyes y los convenios, sin recibir retribución extraordinaria?
En todo caso, este 1º de Mayo viene marcado por la crisis provocada por la avaricia de los poderosos que como siempre están pagando los más pobres y precarios. Pero como siempre la lucha por el 'trabajo decente' será el cordón umbilical que lo une a su historia.
Traigo hasta aquí esta entrada del blog 'Escolar.net' que ilustra muy bien la situación.
La crisis es solo para los pobres
Hay un par de cifras que explican bien la naturaleza feroz de esta crisis. En enero de 2008, en España había 5,07 millones de trabajadores temporales y 11,74 millones de trabajadores fijos. En marzo de 2009, el número de empleos temporales se había reducido en un millón, pero el empleo fijo no sólo no ha bajado con la crisis sino que ha crecido ligeramente hasta los 11,81 millones: hoy hay setenta mil personas más con contrato fijo que en enero de 2008.
Dice la patronal que en España despedir es caro. A la luz de estos datos, es obvio que para la mayoría de los empresarios despedir resulta innecesario, ¡para qué complicarse!: basta con no renovar el contrato temporal a ese enorme porcentaje de trabajadores precarios, esa casta sin derechos, para ahorrarse hasta la indemnización. El ajuste laboral –ese terrible eufemismo– no es ni caro ni barato: es simplemente gratuito.
La economía española fue la campeona de Europa en creación de empleo y ahora, por las mismas, se ha convertido en la plusmarquista mundial en paro. Una cosa ha llevado a la otra: el fraude de ley generalizado, que permitió a las empresas contratar a trabajadores temporales para cubrir puestos que deberían ser fijos, construyó el castillo de naipes que hoy se hunde dejando en la calle a cuatro millones de familias.
La crisis ha revelado la verdadera cara del milagro español: un crecimiento basado en el empleo precario y en el ladrillo cuyos cimientos plantó el PSOE de Felipe, cuyos muros levantó el PP de Aznar y cuyos cascotes ahora recoge el Gobierno de Zapatero. Mientras tanto, la (subvencionada) gran banca española se mantiene como la reserva espiritual de occidente y mantiene sus beneficios pese a la tormenta; que no todo van a ser malas noticias.